El narcisista.
Un adulto medio dedica una buena parte de su vida a contemplar su imagen. Peinarse, afeitarse, maquillarse, lavarse los dientes o las manos requiere su tiempo y se hace a diario frente al espejo; además, cada vez que se visita el cuarto de baño, nadie se va sin echarse un último vistazo. Pero eso no es todo, porque en el retrovisor, los escaparates, los ascensores, las ventanillas del metro o del autobús buscamos nuestra imagen y la examinamos con desaprobación o complacencia.
Narciso no tuvo tantas oportunidades, cuenta la leyenda que el bello hijo de un dios y una ninfa, siempre desdeñoso con las mujeres, un día caluroso contempló por primera vez su rostro en las aguas de un lago y quedó prendado de su propia belleza. De esta historia mítica proviene el término psicológico del narcisismo, que constituye un trastorno de la personalidad. El narcisismo patológico nada tiene que ver con la atención hacia la imagen propia, que es algo normal y saludable. Ni siquiera cuando este interés se convierte en presunción o vanidad, aunque no sean éstas
precisamente actitudes positivas. Un narcisista tiene problemas más profundos que la devoción por su figura; es para sí mismo el único protagonista de la vida. Se caracteriza por su egocentrismo y su necesidad permanente de suscitar la admiración de los otros. Se considera especial y es pretencioso, arrogante y soberbio. Sin embargo, en contra de lo que se cree, los individuos narcisistas no se quieren a sí mismos ni tampoco a los demás. Son personas de baja autoestima que no pueden aceptar su personalidad, mientras carecen de empatía e ignoran los sentimientos y necesidades ajenas
En resumen, son incapaces de amar, lo que ya es algo invalidante. Muchos son explotadores, manipuladores e incluso maltratadores, que se esconden a menudo tras una actitud seductora.
¿Qué opinión os merece si es que hay alguna?
¡guap@s!!!
